Rev. Nefrol. Dial. Traspl. 2024;44(3):168

 

In Memoriam

Recordando a Eduardo Slatopolsky desde Estados Unidos

Remembering Eduardo Slatopolsky from United States 

Adriana Dusso1


1)
Doctora, Profesora Asociada de Medicina, División de Endocrinología de la Washington University School of Medicine

 

 

El pasado miércoles 24 de abril, el profundo pesar de enfrentar la triste realidad que Eduardo Slatopolsky ya no nos acompañará en nuestros caminos convergentes en Nefrología, en ciencia, y en vida, se continuó con una invasión de mi mente y mi corazón por un aluvión infinito de recuerdos de todo el tiempo compartido desde un 7 de setiembre de 1985 cuando me integré a su laboratorio para un post doctorado que sería en principio por 2 años…

Casi cuarenta años más tarde, esta semblanza de Eduardo está dirigida a recordar solo brevemente la brillante trayectoria científica de un joven médico porteño, quien tras su residencia en Nefrología en la Cleveland Clinic, se une en 1963 al equipo del Dr. Neil Bricker en la Washington University de St Louis, iniciando una ininterrumpida serie de contribuciones que marcaron “hitos” en el tratamiento de la enfermedad renal crónica, desde el desarrollo del primer método para la determinación de los niveles de paratohormona en todo EEUU. Cada avance en el conocimiento de la fisiopatología de la enfermedad renal fue acompañado de un delineado meticuloso de los mecanismos moleculares que median los efectos deletéreos del fósforo en la progresión del daño renal, en el hiperparatiroidismo secundario, en la calcificación vascular, como así también de los beneficios de supervivencia del uso adecuado del calcitriol o sus análogos o de un estatus normal de vitamina D, sólo por mencionar algunos. Sus centenares de publicaciones en las revistas científicas más prestigiosas hablan por sí solas de los innumerables aportes desde su laboratorio a la nefrología del mundo.

La pasión de Eduardo por mejorar la vida del paciente con enfermedad renal avanzada lo llevaron a realizar un esfuerzo titánico tanto organizativo como en la gestión de los recursos financieros necesarios para concretar la creación del primer centro de diálisis en St. Louis: “El Chromalloy American Kidney Center”, del cual fuera su fundador y primer director, al que dirigió por 30 años; y que aún hoy sigue proveyendo de diálisis a los sectores más desfavorecidos de la comunidad afroamericana de St. Louis.

Pero el legado de Eduardo se extiende mucho más allá de sus apabullantes contribuciones a la Nefrología. Su alegría de vivir era contagiosa tanto para estimular y acompañar a sus pacientes como a los miembros de su equipo que, a lo largo de más de 50 años de vida científica activa, nucleó a nefrólogos e investigadores de todas las razas y credos en una peculiar suerte de familia extendida. En su laboratorio se trabajaba muy duro, pero la colaboración primaba sobre la competencia y el éxito de uno era razón de celebración para todos. Ese entretejido particular de ciencia y vida, que propició por generaciones, trascendía el espíritu gregario de argentinos y latinoamericanos, ya que sus fiestas multitudinarias de año nuevo o los asados y comilonas divertidísimas en su casa, compensaban con música, alegría y el afecto elocuente de Eduardo y Judith, aquella nostalgia y desarraigo por las familias lejanas de cada “aprendiz” extranjero en su laboratorio.

Hasta los ultra respetuosos y convencionales investigadores japoneses sugerían a sus aprendices elegir St. Louis sobre Harvard porque a ciencia igualmente excelente, la enorme riqueza personal de sus vivencias en la División Renal de la Washington University les duraría de por vida.

Con la certeza de que uno muere solo cuando muere su recuerdo, tengo la convicción de que Eduardo Slatopolsky nos seguirá acompañando en cada Congreso, en cada aporte para mejorar la calidad de vida del enfermo renal, y en cada esfuerzo por brindar EN SU HONOR, lo mejor de nosotros mismos a cada aprendiz de nefrólogo o de investigador que se cruce en nuestros caminos.