Rev. Nefrol. Dial. Traspl. 2024;44(3):166-167

 

In Memoriam

Recordando a Eduardo Slatopolsky desde Argentina

Remembering Eduardo Slatopolsky from Argentina

 

Alberto Alles1


1)
Doctor, Expresidente de la Sociedad Argentina de Nefrología

 

 

No hubo nada premonitorio antes de ese triste día, en que Jorge Cannata nos transmitió la noticia que no imaginábamos. Se había muerto Eduardo, se NOS había muerto un verdadero amigo.

Cuando el devenir de la vida nos lleva a la realidad de que estamos más cerca del fin que del principio, se torna inevitable hablar del fin. Y fue en esas conversaciones que me comentó que le agradaría ser recordado simplemente como “un buen tipo”, incluso por encima de sus innegables logros como Médico Nefrólogo y brillante investigador. Este es un blasón curioso: los que aspiran a que quede de ellos ese recuerdo y ese concepto, por lo general son buenas personas.

Y Eduardo lo era. Recuerdo el día en que nos presentó Pablo Massari. Me acerqué a esa figura para mí imponente y casi inaccesible de la nefrología mundial. Nos tendimos mutuamente la mano y él se presentó como Dr. Slatopolsky: un auténtico rasgo de humildad, él NO daba por descontado que todos debíamos saber quién era.

Allí le presenté la idea de organizar un Simposio Satélite del Congreso Mundial de Nefrología de Buenos Aires en 1999, sobre Metabolismo Óseo y Mineral, en conjunto con Jorge Cannata, otro amigo del alma. Aceptó de inmediato, con el anhelo de que resultara el mejor Congreso sobre el tema que se hubiera llevado a cabo hasta entonces. Y se puso en campaña, con los objetivos de invitar a participar a lo más granado de la especialidad a nivel internacional y conseguir un importantísimo apoyo financiero. Y así ocurrió. En Foz de Iguazú todo salió perfecto, gracias a que él estaba hasta en los menores detalles.  Y ambos acordaron que la totalidad de las ganancias que se obtuvieran fueran recibidas por la Asociación de Nefrología de Santa Fe. Y así ocurrió: 15 nefrólogos rosarinos y santafesinos pudieron ser becados con una estadía de 3 meses, todo pago, en el servicio de Nefrología de Santa Cruz de Tenerife, gracias también a la inestimable y generosa colaboración de otro destacado nefrólogo argentino, el Dr. Víctor Lorenzo.

A pesar de trasladarse y radicarse en Estados Unidos muy joven, nunca olvidó a su país de origen, aquel al que llegaron sus padres desde lejanas tierras. Nunca rechazó una invitación a participar en todo tipo de eventos científicos, Jornadas y Congresos provinciales y nacionales, sin preguntar si los detalles logísticos estaban cubiertos. Era un apasionado de Buenos Aires, su ciudad natal y de Rosario. Le encantaba disfrutar el Rio Paraná y el pasar majestuoso de los barcos cerealeros.

También tuvo la deferencia de participar y ser revisor de las Guías sobre Metabolismo Óseo y Mineral que elaboró el respectivo Grupo de Trabajo de la SAN.

Le DOLÍA Argentina. Estaba perfectamente informado de nuestra realidad a lo largo de todos esos años. Compartíamos la esperanza de que, aunque no lo fuéramos a ver, pudiéramos llegar a tener un país mejor.

Desde aquel Simposio, comenzamos una amistad ininterrumpida de 25 años, en los que tuve la inmensa fortuna de disfrutar y fortalecer una relación de verdadera amistad y, lo más importante, conocerlo en su rica faceta humana: fue un hombre tremendamente educado, nunca solemne, formal cuando correspondía, con un envidiable buen humor, sincero y honesto, muy generoso en general y mucho más con los que él apreciaba. Apasionado defensor de las ideas democráticas y respetuoso de opiniones distintas.

Compartimos, junto con mi mujer, muchos momentos placenteros e inolvidables, con él y su esposa Judith, el amor de su vida.

Si queremos mucho a alguien, por lo general nos negamos a pensar en que un día nos va a faltar, es por eso que no imaginé, o no quise hacerlo, que Eduardo nos iba a dejar. Será un tiempito, para luego volvernos a encontrar saboreando un muy buen Malbec.

Hasta pronto, Eduardo, amigazo, gracias por ser quien fuiste y, en nombre de quienes tuvimos la dicha de ser tus amigos, permitirnos disfrutarte y quererte tanto.