EDITORIAL

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Obesidad y enfermedad renal: consecuencias ocultas de la epidemia

Obesity and kidney disease: hidden consequences of the epidemic

Csaba P. Kovesdy1,2, Susan Furth3, Carmine Zoccaliz4
En nombre del Comité Directivo del Día Mundial del Riñón (*) (myriam@worldkidneyday.org)

1) Division of Nephrology, Department of Medicine, University of Tennessee Health Science Center, Memphis, TN, Estados Unidos
2) Nephrology Section, Memphis VA Medical Center, Memphis, TN, Estados Unidos
3) Department of Pediatrics, Perelman School of Medicine at the University of Pennsylvania, Philadelphia, PA, Estados Unidos
4) CNR - IFC Clinical Epidemiology and Pathophysiology of Renal Diseases and Hypertension, Reggio Calabria, Italia

(*) Miembros del Comité Directivo del Día Mundial del Riñón: Philip Kam Tao Li, Guillermo García-García, Mohammed Benghanem-Gharbi, Rik Bollaert, Sophie Dupuis, Timur Erk, Kamyar Kalantar-Zadeh, Csaba Kovesdy, Charlotte Osafo, Miguel C. Riella, Elena Zakharova.

 

Recibido: 5 de octubre de 2016
Aceptación final: 12 de octubre de 2016

 

RESUMEN
La obesidad se ha convertido en una epidemia mundial, y se ha proyectado que su prevalencia se incrementrá en un 40% en la próxima década. Esta creciente prevalencia supone implicaciones tanto para el riesgo de desarrollo de diabetes y enfermedades cardiovasculares como para el desarrollo de Enfermedad Renal Crónica. Un elevado índice de masa corporal es uno de los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de Enfermedad Renal Crónica. En individuos afectados por la obesidad, tiene lugar una hiperfiltración compensatoria necesaria para alcanzar la alta demanda metabólica secundaria al aumento del peso corporal. El incremeno de la presión intraglomerular puede generar daño renal y elevar el riesgo de desarrollar Enfermedad Renal Crónica a largo plazo. La incidencia de glomerulopatía asociada a obesidad se ha incrementado 10 veces en los últimos años. Así mismo se ha demostrado que la obesidad es un factor de riesgo para el desarrollo de nefrolitiasis y un número de neoplasias, incluyendo cáncer renal. Este año, el Día Mundial del Riñón promueve la educación acerca de las consecuencias nocivas de la obesidad y su asociación con la enfermedad renal, abogando por un estilo de vida saludable y la implementación de políticas públicas de salud que promuevan medidas preventivas alcanzables.

PALABRAS CLAVE: obesidad; enfermedad renal crónica; nefrolitiasis; cáncer renal; prevención

 

ABSTRACT
Obesity has become a worldwide epidemic, and its prevalence has been projected to grow by 40% in the next decade. This increasing prevalence has implications for the risk of diabetes, cardiovascular disease and also for Chronic Kidney Disease. A high body mass index is one of the strongest risk factors for new-onset Chronic Kidney Disease. In individuals affected by obesity, a compensatory hyperfiltration occurs to meet the heightened metabolic demands of the increased body weight. The increase in intraglomerular pressure can damage the kidneys and raise the risk of developing Chronic Kidney Disease in the long-term. The incidence of obesity-related glomerulopathy has increased ten-fold in recent years. Obesity has also been shown to be a risk factor for nephrolithiasis, and for a number of malignancies including kidney cancer. This year the World Kidney Day promotes education on the harmful consequences of obesity and its association with kidney disease, advocating healthy lifestyle and health policy measures that makes preventive behaviors an affordable option.

KEYWORDS: obesity; chronic kidney disease; nephrolithiasis; renal cancer; prevention

 

 

INTRODUCCIÓN

En el año 2014, más de 600 millones de adultos mayores de 18 años en todo el mundo, sufrían de obesidad. La obesidad es factor de riesgo importante para el desarrollo de enfermedad renal. Incrementa el riesgo de desarrollar los principales factores de riesgo de la Enfermedad Renal Crónica (ERC), como son la diabetes y la hipertensión, y tiene un impacto directo en el desarrollo de ERC y enfermedad renal crónica terminal (ERCT). En individuos afectados por la obesidad, se produce un mecanismo de hiperfiltración probablemente compensatorio, para satisfacer la alta demanda metabólica asociada al aumento del peso corporal. El aumento de la presión intraglomerular puede generar una lesión renal estructural e incrementar el riesgo de desarrollar ERC a largo plazo.

La buena noticia es que tanto la obesidad, como la ERC asociada, son en gran medida prevenibles. La educación y la concientización de los riesgos que genera la obesidad y la adopción de un estilo de vida saludable que incluya dieta adecuada y ejercicio, pueden ayudar a prevenir dramáticamente la obesidad y el daño renal. El presente artículo revisa la asociación de obesidad y enfermedad renal en ocasión al Día Mundial del Riñón 2017.

La buena noticia es que tanto la obesidad, como la ERC asociada, son en gran medida prevenibles. La educación y la concientización de los riesgos que genera la obesidad y la adopción de un estilo de vida saludable que incluya dieta adecuada y ejercicio, pueden ayudar a prevenir dramáticamente la obesidad y el daño renal. El presente artículo revisa la asociación de obesidad y enfermedad renal en ocasión al Día Mundial del Riñón 2017.

 

Epidemiología de la obesidad en niños y adultos

En las últimas tres décadas, la prevalencia de adultos con sobrepeso y obesidad (IMC ≥25 kg/m2) se ha incrementado sustancialmente en todo el mundo.(1) En los Estados Unidos la prevalencia de obesidad ajustada por edad entre 2013-2014 fue de 35% en hombres y de 40.4% en mujeres.(2) El problema de la obesidad también afecta a los niños. En Estados Unidos entre 2011-2014, la prevalencia de obesidad fue de 17% y de obesidad extrema 5.8%, en niños de 2 a 19 años. El aumento en su prevalencia es una preocupación mundial,(3-4) ya que se prevé un aumento global de un 40% en la próxima década. Los países de bajos y medianos ingresos han mostrado evidencia de la transición nutricional, pasando del peso normal al sobrepeso y obesidad, como sucedió hace algunas décadas en partes de Europa y Estados Unidos.(5) Esta prevalencia creciente tiene implicaciones tanto para las enfermedades cardiovasculares como para la ERC, siendo el alto índice de masa corporal(IMC) uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de ERC.(6-7)

La mayoría de definiciones de obesidad están basadas en el IMC (peso [kilogramos] dividido por el cuadrado de la altura [metros]). Un IMC entre 18.5 y 25 kg/m2 es considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como peso normal, entre 25 y 30 kg/m2 como sobrepeso, y un IMC >30 kg/m2 como obesidad. A pesar de que el IMC es fácil de calcular, sólo nos proporciona una pobre estimación de la distribución de la grasa corporal, ya que individuos musculosos o aquellos con más tejido graso subcutáneo, pueden tener un IMC tan alto como aquellos individuos con mayor masa grasa intraabdominal (visceral). Este último tipo de IMC elevado está asociado a un riesgo sustancialmente mayor de desarrollar enfermedad metabólica y cardiovascular. Los parámetros alternativos para medir de forma más precisa la grasa visceral, incluyen la circunferencia de la cintura (CC) y el índice cintura/ cadera (ICC) >102 cm y 0.9, respectivamente para hombres, y > 88 cm y >0.8 para mujeres. El ICC ha demostrado ser superior al IMC para la correcta clasificación de la obesidad en ERC.

 

Asociación de obesidad con ERC y otras complicaciones renales

Numerosos estudios poblacionales han demostrado asociación entre obesidad y el desarrollo y progresión de ERC (Tabla 1). Un IMC mayor se asocia con la presencia(8) y desarrollo(9-11) de proteinuria en individuos sin enfermedad renal. Además en numerosos estudios con gran población de pacientes, un mayor IMC parece asociarse con la presencia8,12 y desarrollo de una menor TFG,(9-10,13) con una mayor pérdida de la TFG estimada con el tiempo,(14) y con aumento en la incidencia de ERCT.(15-18) Un IMC mayor, con obesidad Clase II en adelante, se ha asociado con una progresión más rápida de la ERC en pacientes con ERC preexistente19. Los pocos estudios que han evaluado la relación entre la obesidad abdominal usando ICC o CC con la ERC, describen una asociación entre mayor circunferencia abdominal y albuminuria,(20) disminución de la TFG8 o incidencia de ERCT,(21) independientemente del nivel del IMC.

 

Tabla 1. Estudios que evalúan la asociación de obesidad con diversos resultados de ERC

 

 

Una mayor cantidad de tejido adiposo visceral medido por tomografía computarizada se ha asociado con una mayor prevalencia de albuminuria en hombres.(22) La asociación entre obesidad abdominal y pobres resultados clínicos renales, independientes del IMC, se ha descrito también en relación a mortalidad en pacientes con ERCT,(23) y trasplante renal,(24) lo que sugiere un papel directo de la grasa visceral en ello. En general, la asociación entre obesidad y los pobres resultados clínicos renales, persiste aún después de ajustarse a posibles mediadores de sus efectos cardiovascular y metabólicos, como las cifras de tensión arterial elevadas y diabetes mellitus, lo que sugiere que la obesidad puede afectar en parte la función renal a través de mecanismos no relacionados con estas complicaciones.

Los efectos nocivos de la obesidad se extienden a otras patologías, como el desarrollo de nefrolitiasis y neoplasias renales malignas. Un alto IMC se asocia con un aumento en la prevalencia(25) e incidencia(26-27) de nefrolitiasis; además, la ganancia de peso corporal a través del tiempo y un mayor índice CC basal, se han asociado con una mayor incidencia de nefrolitiasis27. La obesidad se asocia también con algunos tipos de neoplasias malignas, particularmente cáncer renal. En un estudio poblacional del Reino Unido, que incluyó 5.24 millones de individuos, el incremento en el IMC de 5 kg/m2  se asoció con un riesgo mayor del 25% de desarrollo de cáncer renal, atribuyendo el 10% de todos los cánceres renales al exceso de peso.(28) Otro estudio que analizó la carga global de obesidad en la aparición de neoplasias, estimó que un 17% y 26% de todos los cánceres renales en hombres y mujeres, respectivamente, fueron atribuibles al exceso de peso.(29) La asociación entre obesidad y cáncer renal fue consistente tanto en hombres como en mujeres, y entre poblaciones de diferentes partes del mundo, en un metaanálisis que incluyó datos de 221 estudios, de los cuales 17 evaluaron neoplasias renales30. Entre las neoplasias evaluadas en este último estudio, el cáncer renal tuvo el tercer lugar de riesgo más alto asociado con obesidad (riesgo relativo por cada 5 kg/m2 de IMC de incrmento: 1.24, IC 95% 1.20-1.28, p<0.0001).(30)

 

Mecanismos de acción subyacentes a los efectos renales de la obesidad

La obesidad resulta en una amplia gama de anomalías metabólicas complejas que influyen en las diversas patologías que afectan los riñones. El mecanismo exacto a través del cual la obesidad puede empeorar o generar ERC es aún poco claro. El hecho de que la mayoría de los individuos obesos nunca desarrollen ERC, y que se clasifique hasta un 25% de la población obesa como “metabólicamente saludable”, sugiere que el aumento de peso por sí solo no es suficiente para inducir daño renal.(31) Algunas de las consecuencias renales deletéreas de la obesidad pueden estar mediadas por ciertas condiciones comórbidas asociadas como la diabetes mellitus e hipertensión; sin embargo, existen también efectos de la propia adiposidad que pueden impactar directamente sobre los riñones, inducidas por la actividad endócrina del tejido graso mediante la producción, entre otros, de adiponectina,(32) leptina(33) y resistina(34) (Figura 1). Estos incluyen el desarrollo de inflamación,(35) estrés oxidativo,(36) metabolismo lipídico anormal,(37) activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona,(38) incremento de la producción de insulina y mayor resistencia a la insulina.(39-40)

 

 

Figura 1. Mecanismos por los cuales la obesidad causa el daño renal

 

Estos diversos efectos dan lugar a cambios patológicos específicos a nivel renal,(41) lo que podría explicar el riesgo elevado de ERC mostrado por algunos estudios observacionales, que incluyen la acumulación ectópica de lípidos,(42) y aumento de los depósitos grasos en el seno renal,(43-44) el desarrollo de hipertensión glomerular e incremento de la permeabilidad glomerular generada por un estado de hiperfiltración, el cual se asocia al daño en la barrera de filtración glomerular,(45) y finalmente, el desarrollo de glomerulomegalia(46) y glomeruloesclerosis focal y segmentaria(41) (Figura 2). La incidencia de la llamada glomerulopatía asociada a obesidad (ORG, por sus siglas en inglés) se ha incrementado hasta 10 veces en el período comprendido de 1986 y el año 2000.(41) Es importante destacar que la ORG en ocasiones se presenta en conjunto con otros procesos fisiopatológicos propios de otras patologías o de la edad avanzada, perpetuando la generación de mayor lesión renal en pacientes con hipertensión(47) o en ancianos.(14,39)

 

Figura 2. Glomeruloesclerosis focal y segmentaria perihiliar relacionada a obesidad en un marco de glomerulomegalia. Tinción con ácido peryódico de Schiff, Aumento original 400x. Cortesía del Dr. Patrick D. Walker, MD; Arkana Laboratories, Little Rock, AR

 

 

La obesidad se asocia también con una serie de factores de riesgo que contribuyen a la alta incidencia y prevalencia de nefrolitiasis. Un mayor peso corporal se asocia con menor pH urinario,(48) aumento de oxalato urinario(49) y mayor excreción urinaria de ácido úrico, sodio y fósforo.(50) Las dietas ricas en proteínas y sodio pueden contribuir a la acidificación de la orina y disminución del citrato urinario, lo que también contribuye al riesgo de desarrollo de cálculos renales. La resistencia a la insulina, característica de la obesidad, puede predisponer al desarrollo de nefrolitiasis(51) a través del impacto que se genera en el intercambio tubular Na-H,(52) la amoniogénesis,(53) y la generación de un medio ácido.(54) Complicando aún más el panorama, existe el hecho de que algunas terapias de pérdida de peso aumentan aún más el riesgo de desarrollo de cálculos renales. Por ejemplo, la cirugía gástrica puede generar un incremento sustancial en la absorción enteral de oxalato y aumentar el riesgo de nefrolitiasis.(55)

Los mecanismos detrás del mayor riesgo de aparición de neoplasias renales en individuos obesos se encuentran poco claros. La resistencia a la insulina, y consecuentemente la hiperinsulinemia crónica, así como el incremento en la producción de factor de crecimiento similar a insulina tipo 1 y numerosos efectos humorales secundarios complejos, pueden ejercer efectos estimulantes en el crecimiento de varios tipos de células tumorales.(56) Más recientemente han surgido otras explicaciones adicionales, tales como las funciones endócrinas del tejido adiposo,(57) sus efectos en la inmunidad,(58) y la generación de un estado proinflamatorio con efectos complejos sobre el cáncer.

 

Obesidad en pacientes con enfermedad renal avanzada. La necesidad de un enfoque matizado

Teniendo en cuenta la evidencia antes mencionada sobre los efectos abrumadoramente deletéreos de la obesidad en varios procesos patológicos, es un contrasentido que la obesidad se asocie a menores tasas de mortalidad en pacientes con ERC(19,61) y ERCT.(62-63) Se han descrito asociaciones “paradójicas” similares en otras poblaciones, como en pacientes con insuficiencia cardíaca congestiva,(64) enfermedad pulmonar obstructiva crónica,(65) artritis reumatoide,(66) e incluso en pacientes de edad avanzada.(67) Es posible que el efecto aparentemente protector de un alto IMC sea el resultado de la imperfección del IMC como medida del grado de obesidad, en tanto que no distingue el efecto la adiposidad y de otros tejidos no adiposos (músculo), sobre el IMC. En éste sentido, los estudios que separaron los efectos de una mayor circunferencia de cintura de aquellos con mayor IMC demuestran una reversión en la asociación inversa con mortalidad.(23-24) También se ha demostrado que una mayor masa muscular explica al menos algunos de los efectos positivos atribuidos al IMC elevado.(63,68)Sin embargo, existe evidencia que sugiere que mayores niveles de adiposidad, especialmente grasa subcutánea (no visceral) se asocian con mejores resultados en pacientes con ERCT.(62) Tales beneficios pueden estar presentes en pacientes que tienen una corta expectativa de vida, como la mayoría de los pacientes con ERCT.(69) De hecho, algunos estudios que han evaluado la asociación del IMC con sobrevida dependiente de tiempo en ERCT, han demostrado un marcado contraste entre los efectos protectores a corto plazo contra los efectos deletéreos a largo plazo de un mayor IMC.(70) Existen algunos beneficios presuntos a corto plazo atribuibles a una mayor masa corporal, especialmente en individuos enfermos. Esto incluye el beneficio de un mejor estado nutricional, típicamente observado en individuos obesos, que provee mejores reservas energético-protéicas frente a una enfermedad aguda, y una mayor masa muscular con mayor capacidad antioxidante(63) y menores niveles plasmáticos circulantes de actina y mayores de gelsolina,(71) que se asocian con mejores resultados. Otras características hipotéticamente benéficas de la obesidad incluyen una mayor estabilidad hemodinámica con mejor respuesta al estrés, y mayor actividad simpática y del sistema renina-angiotensina;(72) mayor producción de adiponectina y receptores solubles del factor de necrosis tumoral alfa(74) por el tejido adiposo, que neutralizan los efectos adversos del factor de necrosis tumoral alfa; mejor unión de endotoxinas circulantes(75) por los niveles más altos de colesterol observados en la obesidad y secuestro de toxinas urémicas por el tejido adiposo.(76)

 

Intervenciones potenciales para el manejo de la obesidad

La obesidad genera daño renal a través de mecanismos directos tales como la alteración en la síntesis de diversas citosinas en el tejido adiposo con potencial nefrotóxico, así como de forma indirecta al desencadenar la aparición de diabetes e hipertensión, dos condiciones que se encuentran entre los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de ERC. Tal vez, debido a los beneficios observados en la supervivencia de los pacientes obesos con ERC, la prevalencia de ERCT aumentará tanto en EEUU(77) como en Europa.(78) Las estrategias para controlar la epidemia de ERC relacionada a obesidad, y contrarrestar la evolución a ERCT en pacientes obesos, representan una de las tareas más importantes que enfrentan los sistemas y administradores de salud, así como los nefrólogos de hoy en día.

 

La lucha contra la ERC a nivel poblacional

La mayoría de las asociaciones en el ámbito de la nefrología, incluyendo la International Society of Nephrology (ISN), la International Federation of Kidney Foundations (IFKF), la European Renal Association - European Dialysis and Transplant Association (ERA-EDTA), y otras sociedades nacionales y regionales han lanzado convocatorias destinadas a promover intervenciones de salud pública en las comunidades con el fin de prevenir y tratar la ERC en etapa temprana. En los Estados Unidos se puso en marcha el programa “Healthy People 2020”, cuyo objetivo es la promoción y prevención en salud a 10 años, teniendo como meta principal las enfermedades renales y la obesidad. La creación de programas de dectección de pacientes obesos, en particular en aquellos con alto riesgo de desarrollar ERC (individuos hipertensos y/o diabetico-obesos) y en aquellos que reciben cuidados subóptimos, así como programas de información sobre los riesgos potenciales de desarrollo de ERC al que están expuestos, es el primer paso hacia la generación de intervenciones en salud pública. Es prioritario encontrar evidencia de que las intervenciones actuales para reducción de riesgo de ERC en pacientes obesos son eficaces y reproducibles, con el fin de establecer las metas y los medios para la modificación de estos factores. Se requiere documentar de forma adecuada la información existente que explique el riesgo y los beneficios de las intervenciones de prevención primaria y secundaria en individuos obesos así como la realización de nuevos estudios en esta población, para llenar los vacíos de conocimiento que aún existen. Finalmente, los programas de vigilancia para el monitoreo de los avances en detección de individuos de riesgo y la efectividad de los programas de prevención que se implementan(79) constituyen el tercer elemento fundamental para el establecimiento de planes eficaces de prevención de ERC a nivel poblacional.

En lugares como el Reino Unido se ha implementado un sistema exitoso de vigilancia del ERC80. Se lanzó una campaña para difundir y aplicar las guías K-DOQI de ERC en niveles de atención primaria dentro del Servicio Nacional de Salud. Esto aumentó progresivamente la adopción de éstas guías clínicas, y además gracias a los incentivos específicos otorgados a los médicos generales del Reino Unido para fomenter la detección de ERC, ha conducido a una mejora impresionante en temas de detección y manejo de la ERC, por ejemplo, un mejor control de la hipertensión y un mayor uso de bloqueadores de los receptores de la enzima convertidora de angiotensina80. Este sistema puede servir como una plataforma para mejorar la prevención de la ERC relacionada con la obesidad. Las campañas encaminadas a reducir la carga de obesidad se encuentran en el centro del escenario mundial y están ampliamente recomendadas por la OMS y se espera que éstas ayuden a disminuir la incidencia de complicaciones relacionadas con ella, incluyendo la ERC. Sin embargo, las metas en cuanto a obesidad para pacientes con ERC obesos siguen siendo vagas, en gran parte debido a la escasez de estudios de intervención con alto nivel de evidencia para modificar la obesidad en pacientes con ERC.(81)

 

Prevención de progresión en individuos obesos con ERC

Los estudios observacionales en individuos obesos metabólicamente sanos muestran que el fenotipo obeso no asociado con anormalías metabólicas per se, predice un mayor riesgo de incidencia de ERC,(82) lo que sugiere que la obesidad por sí misma puede generar disfunción y daño renal, incluso sin diabetes e hipertensión. En los pacientes diabéticos con sobrepeso u obesidad, una intervención en el estilo de vida incluyendo restricción calórica y aumento de la actividad física, en comparación con un seguimiento estándar basado en la educación y soporte para mantener el tratamiento de la diabetes, reducen el riesgo de incidencia de ERC en un 30%, aunque no afecta la incidencia de eventos cardiovasculares.(83) Este efecto protector es debido en parte a la reducción de peso, HbA1c y presión arterial sistólica, no se han observado problemas de seguridad respecto a eventos adversos renales.(83) En un metaanálisis reciente de estudios experimentales en pacientes obesos con ERC, las intervenciones encaminadas a reducir el peso corportal mostraron beneficios en disminución de tensión arterial, hiperfiltración glomerular y proteinuria.(81) En un análisis post-hoc del estudio REIN se demostró que el efecto nefroprotector de la inhibición de la ECA en pacientes con ERC y proteinuria es mayor en obesos con ERC, pero mínimo en pacientes con ERC e IMC normal o bajo.(84) Cabe destacar que se ha propuesto la cirugía bariátrica para pacientes seleccionados con ERC y ERCT, incluyendo aquellos en diálisis o en lista de espera para trasplante renal.(85-87)

A nivel mundial, estos hallazgos experimentales proporcionan una prueba de la importancia que tienen algunas intervenciones como la reducción de peso y el uso de inhibidores de la ECA en el tratamiento de la ERC en los pacientes obesos. Los estudios demuestran una mayor supervivencia en los pacientes con ERC y mayor IMC, sin embargo, aún deben ser explicados.(88) Estos hallazgos limitan nuestra capacidad para hacer fuertes recomendaciones acerca de la utilidad y seguridad de la reducción del peso en individuos con estadios avanzados de ERC. Las recomendaciones de estilo de vida para reducción del peso en personas obesas con riesgo de ERC y ERC en estadios tempranos parecen justificables, particularmente aquellas para el control de la diabetes y la hipertensión. Dado que el efecto independiente que tiene el control de la obesidad en la incidencia y progresión a ERC es difícil de separar de los efectos de la hipertensión y la diabetes tipo 2, la recomendación de pérdida de peso en la minoría de pacientes obesos no hipertensos y metabólicamente sanos continúa siendo injustificada. Estas consideraciones sugieren que debemos seguir cuidadosamente el tratamiento del sobrepeso y obesidad en pacientes con ERC avanzada u otros estados comórbidos, considerando los beneficios esperados y las posibles complicaciones de la pérdida de peso sobre la esperanza de vida de cada paciente en particular.

 

CONCLUSIONES

La epidemia mundial de obesidad afecta a toda la población del planeta de muchas maneras. Las enfermedades renales, incluyendo ERC, nefrolitiasis y neoplasias, se encuentran entre los efectos deletéreos más importantes de la obesidad, con grandes consecuencias perjudiciales que conllevan mayores tasas de morbimortalidad y altos costos, tanto para cada individuo como para la sociedad en general. Las intervenciones poblacionales para su control pueden tener efectos benéficos en la prevención tanto del desarrollo como del retraso en la progresión de la ERC. Corresponde a toda la comunidad sanitaria el diseño de estrategias de largo alcance para mejorar la comprensión de los vínculos entre obesidad y las enfermedades renales, así como también determinar estrategias óptimas para frenar esta marea. El Día Mundial del Riñón 2017 es una gran oportunidad para fomentar la educación y la concientización a tal fin.

 

Agradecimiento: A la Dra. Gabriela Abundis Mora que realizó la traducción al español de la versión original en inglés.

 

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Cómo citar este artículo: Kovesdy CP, Furth S, Zoccaliz C. Obesidad y enfermedad renal: consecuencias ocultas de la epidemia. Rev Nefrol Dial Traspl. 2017; 37(1):1-12.

 

Revista de Nefrología, Diálisis y Trasplante
ISSN 2346-8548 (electrónico) - ISSN 0326-3428 (impreso) 
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