ARTÍCULO DE REVISIÓN
Síndrome de lisis tumoral. Revisión bibliográfica a 90 años de su descripción
Tumor lysis syndrome. Bibliographic review at 90 years of its description
María Daniela Delgado1, Jorge José Cestari2, Ariel Hernán Lestón Tauret2, Guillermo Alemano2
1) Instituto Nefrológico Isidro Casanova (INIC), Buenos Aires, Argentina (mdaniela64@hotmail.com)
  2) Hospital Nacional Prof. Alejandro Posadas, Buenos Aires, Argentina
Recibido en su forma original: 10 de abril de 2018
  En su forma en corregida: 10 de mayo de 2018
Aceptación final: 7 de junio de 2018
RESUMEN
  El síndrome de lisis tumoral es una constelación de alteraciones metabólicas descrita por primera vez en la literatura médica en el año 1929 e incrementándose su referencia desde el advenimiento de la quimioterapia en la década de 1960 y es de gran relevancia clínica debido a que es considerada la emergencia oncológica más frecuente siendo potencialmente letal.
  En los casi 90 años transcurridos desde su primera mención el saber médico ha progresado en cuanto a la comprensión de la fisiopatología pero sigue siendo discutida en diversos ámbitos su definición, clasificación y manejo terapéutico. El reconocimiento temprano de los pacientes en riesgo de padecerlo y el inicio veloz del tratamiento son esenciales.
  En este trabajo se realizará una actualización y revisión del tema con especial énfasis en aquellos aspectos que aún se encuentran en discusión y cuya falta de definición podrían ser responsables de la falta de información certera acerca de la incidencia de dicho síndrome y de sus implicancias clínicas en la morbi-mortalidad de los pacientes que lo padecen.
PALABRAS CLAVE: lisis tumoral; enfermedades metabólicas; tumores; morbi-mortalidad
ABSTRACT
  Tumor lysis syndrome refers to the constellation of metabolic disturbances which was first described in medical literature in 1929; references to this syndrome have increased since the advent of chemotherapy in the 1960s. It has great clinical relevance since it is considered to be the most frequent oncological emergency and it is potentially fatal.
  Since it was first mentioned 90 years ago, medical knowledge has broadened concerning the understanding of this pathophysiology; however, its definition, classification and therapeutic management are still discussed in various fields. It is essential to identify patients at risk early and start treatment quickly.
  This study will provide an update and review of the subject with particular emphasis on those aspects which are still under discussion. Not having a clear definition could be the reason why there is not accurate information regarding the incidence of this syndrome and its clinical impact on the morbidity and mortality of patients suffering from this it.
KEYWORDS: tumor lysis; metabolic diseases; tumors; morbi-mortality
Definición, fisiopatología y manifestaciones clínicas
El  síndrome de lisis tumoral (SLT) es la emergencia oncológica más frecuente tanto  en adultos como en niños.(1) Si bien no existe una definición ni  criterios diagnósticos universalmente aceptados, se entiende al SLT como el  conjunto de alteraciones metabólicas que resultan de la destrucción de células  tumorales que puede ser espontánea o secundaria a la instauración del  tratamiento.(2-3) La lisis de las células tumorales genera  liberación masiva del contenido intracelular que incluye ácidos nucleicos,  proteínas y electrolitos al torrente sanguíneo pudiendo desencadenar el  desarrollo de hiperkalemia, hiperfosfatemia, hiperuricemia e hipocalcemia. 
 La  hiperuricemia hallada es consecuencia de la liberación masiva de las purinas  originadas en la ruptura de ácidos nucléicos que son metabolizados a xantina y  posteriormente a ácido úrico, que es no hidrosoluble, por la enzima  xantino-oxidasa (Figura 1). Los  humanos no poseen la enzima urato-oxidasa, debido a un gen defectuoso, que  metaboliza el ácido úrico a alantoina, un compuesto hidrosoluble y excretable  por vía renal.(4) El ácido úrico es filtrado libremente en el  glomérulo y reabsorbido y secretado en el túbulo proximal. El URAT-1 es un  transportador localizado en la membrana apical e intercambia aniones por urato  y el OAT es un transportador ubicado en la membrana basolateral que intercambia  aniones orgánicos por urato. Cuando la capacidad de transporte luminal del  ácido úrico se ve sobrepasada y llega una gran carga del mismo al túbulo distal  y colector, este puede cristalizarse y precipitar en la luz tubular.(4)  En el SLT la formación de cristales puede obstruir los túbulos renales y causar  injuria renal, particularmente en la presencia de deshidratación. Los cristales  también son inductores de inflamación.(2) Otros mecanismos directos  de injuria renal en contexto de hiperuricemia son las alteraciones  hemodinámicas como aumento de la presión capilar peritubular, vasoconstricción  (por inactivación del óxido nítrico) y disminución del flujo sanguíneo renal  con la resultante isquemia renal.(5) El ácido úrico inhibe la  proliferación de las células tubulares proximales por lo que podría retrasar la  recuperación luego de la injuria renal aguda. Por lo tanto la hiperuricemia se  asocia con el riesgo de SLT y la injuria renal aguda.(3)
 El  allopurinol es un inhibidor de la enzima xantino-oxidasa a través de su  metabolito activo oxipurinol. La línea de puntos indica un proceso metabólico  no presente en humanos, la conversión del ácido úrico en un compuesto  hidrosoluble alantoina. Este proceso es estimulado por el fármaco rasburicasa.
La  hiperkalemia suele ser el primer desorden electrolítico evidenciado durante el  SLT. La concentración intracelular de potasio puede llegar a 120 mEq/L por lo  que la ruptura masiva de células puede generar hiperkalemia cuando la capacidad  de captación de potasio a cargo del músculo esquelético y el hígado se ve  excedida, especialmente en pacientes con enfermedad renal crónica (ERC) o  injuria renal aguda (IRA).(6) Las manifestaciones clínicas varían  desde náuseas, vómitos, anorexia, diarrea, debilidad, calambres, parestesias y  parálisis hasta taquicardia o fibrilación ventricular, síncope, asistolia y  muerte súbita.(7)
 Las  células malignas hematológicas contienen cuatro veces más fosfato intracelular  que las células linfoides normales, por lo tanto, la hiperfosfatemia es un  hallazgo característico de la lisis tumoral y sucede cuando la capacidad de  excreción renal del mismo se encuentra sobrepasada.(7) La  preexistencia de ERC o IRA son factores de riesgo para su desarrollo siendo  menos frecuente en el SLT espontáneo debido al rápido ingreso del mismo a las  células neoplásicas remanentes con metabolismo altamente activo.(8) La  hiperfosfatemia puede manifestarse con náuseas, vómitos, diarrea, letargia y  asociarse a hipocalcemia por su unión con este catión y la cristalización en  tejidos blandos y túbulos renales. La formación de cristales de fosfato de  calcio en conjunto con los cristales de urato, puede causar nefropatía  obstructiva. La hipocalcemia puede manifestarse con calambres, espasmos,  parestesias, tetania, arritmias ventriculares, bloqueos, hipotensión,  confusión, delirio, alucinaciones y convulsiones. La ocurrencia simultánea de  hiperfosfatemia e hipocalcemia no ha sido bien documentada fuera del síndrome  de lisis tumoral. 
 El  desarrollo de injuria renal aguda es una manifestación frecuente en el SLT y  secundaria a múltiples mecanismos. La causa más frecuente es la nefropatía por  uratos que es la formación y depósito de dichos cristales en el túbulo distal e  intersticio renal secundaria a la hiperuricemia generando obstrucción. Cómo se  mencionó anteriormente no es el único mecanismo que contribuye al desarrollo de  injuria renal. Otras causas de injuria renal pueden ser la nefrocalcinosis  (depósito de cristales de calcio), infiltración tumoral renal, xantinuria,  nefrotoxicidad por drogas y depleción del volumen intravascular. La liberación  de citoquinas durante el SLT puede causar un síndrome de respuesta inflamatoria  sistémica (SIRS) y falla multiorgánica.(2)
Clasificación, epidemiología y factores de riesgo
En  1993 Hande y Garrow propusieron el sistema de clasificación más completo hasta  ese momento para el síndrome de lisis tumoral realizando la distinción entre  SLT clínico y de laboratorio.(9) Las críticas a esta clasificación  radicaban en que la definición de SLT de laboratorio requería un 25% de aumento  del valor basal del parámetro de laboratorio analizado y, por lo tanto, no  tomaba en consideración aquellos pacientes que se presentaban con valores  anormales desde el inicio. Además requería que dichos cambios ocurrieran dentro  de los 4 primeros días de iniciado el tratamiento, excluyendo así a pacientes  con evidencia clínica de SLT al momento de la presentación, aquellos que lo  desarrollaban de forma espontánea y a aquellos que lo presentaban luego del cuarto  día de tratamiento.(7)
  
 En  el año 2004 Cairo y Bishop publicaron un nuevo sistema de clasificación, que es  el más utilizado actualmente, modificando el previamente existente con el  objetivo de que fuera práctico, fácilmente reproducible y clínicamente  relevante (Tabla 1).(7)  El SLT de laboratorio (SLTL) se define como la presencia de dos más de las  alteraciones desde los 3 días previos hasta los 7 días posteriores al inicio de  la quimioterapia. Se asume que el paciente recibirá hidratación adecuada y  fármacos hipouricemiantes. El diagnóstico de SLT clínico (SLTC) requiere la  presencia de SLTL y una o más de las alteraciones clínicas descritas asociadas  con SLT: insuficiencia renal, arritmias cardíacas/muerte súbita y convulsiones.  Además propusieron un sistema de graduación para determinar la gravedad del  cuadro teniendo en cuenta la presencia o no de dichas manifestaciones clínicas.
  
Las  críticas a esta clasificación radican en que: excluye a pacientes con SLT  espontáneo, a pacientes con alteraciones de laboratorio no simultáneas,(4)  supone que los pacientes tienen un estado de hidratación adecuado y reciben  fármacos hipouricemiantes, el incremento del 25% de los valores basales de  laboratorio suele ser irrelevante desde el punto de vista clínico y no es  significativo si se mantiene dentro del rango considerado como normal.(4)  Howard y col. propusieron criterios más estrictos para el diagnóstico de SLTL.  Las anormalidades de laboratorio deben estar presentes por un período de 24 hs  y toda hipocalcemia sintomática debe ser considerada criterio diagnóstico sin  importar el valor relativo de descenso.(2) Además la diferenciación  entre SLT clínico y de laboratorio es exclusivamente académica ya que las guías  de recomendaciones sobre la prevención y el tratamiento del SLT sugieren tratamiento  agresivo de las anormalidades de laboratorio antes de la aparición de las  secuelas clínicas.(6) Los grados de SLT que son asignados según la  severidad de las manifestaciones no suponen diferencias en el manejo de los  pacientes. Desde el punto de vista nefrológico la definición de injuria renal  aguda por el aumento de 1,5 veces el valor basal de creatinina que se utiliza  en esta clasificación es discutido. No se distingue entre pacientes con ERC o  IRA. Wilson y Berns redefinieron el criterio renal como el aumento absoluto de  0.3 mg/dl o relativo del 50% sobre el valor basal, alineándose de esta manera  con los criterios AKI universalmente utilizados.(10-11) A pesar de  las múltiples críticas, la Clasificación de Cairo y Bishop de SLT sigue siendo  la más utilizada. Se sugiere especial atención al criterio de injuria renal  sugiriendo utilizar los criterios de AKI para su definición, permitiendo estos  últimos un mayor nivel de alerta y sospecha diagnóstica que en definitiva es lo  que augurará mejores resultados.
 El  SLT espontáneo se define como la presencia del mismo sin la previa exposición a  quimioterapia o radioterapia. Es considerado un evento poco frecuente pero  debido a la inexistencia de criterios diagnósticos globalmente aceptados es  posible que se esté subestimando su incidencia. En el año 2004 se publicó una  revisión retrospectiva que incluyó a 926 pacientes que presentaron injuria  renal aguda en un determinado hospital de Taiwán desde 1999 a 2002. Se realizó  el diagnóstico de SLT espontáneo asociado a nefropatía por uratos en 10  pacientes (1.08%) basado en los siguientes criterios: enfermedad neoplásica  diagnosticada por biopsia, LDH significativamente aumentada (>500 u/L) e  injuria renal aguda e hiperuricemia no secundarias al tratamiento con esteroides  o citotóxicos. Los tumores que desarrollaron este síndrome se encontraban en  estadios avanzados o eran grandes masas y el 80% tenían compromiso abdominal.  Los 10 pacientes presentaron oliguria y requirieron diálisis, 7 de ellos  recuperaron ritmo diurético durante el tratamiento y sólo 3 sobrevivieron. En  este trabajo se concluye que el SLT espontáneo que se presenta con injuria  renal aguda hiperuricémica es una causa poco frecuente de nefropatía por uratos  en pacientes con neoplasias.(12-13) 
 Weeks  y Kimple proponen que en ausencia de tratamiento citotóxico los pacientes con  hiperuricemia, sospecha de enfermedad maligna con LDH elevada e injuria renal  aguda con oligoanuria, a pesar de una resucitación con fluidos adecuada sin  evidencia de causa obstructiva, sean considerados como posibles casos de SLT  espontáneo iniciando de esta manera el tratamiento empírico adecuado para  minimizar el daño mientras el diagnóstico es aclarado.(8)
 El  síndrome de lisis tumoral se asocia frecuentemente, en adultos, a linfoma  no-Hodgkin (LNH) particularmente a linfoma de Burkitt (LB) y a otras  enfermedades oncohematológicas como leucemia mieloide aguda (LMA) y leucemia  linfoblástica aguda (LLA) y menos frecuentemente a leucemias crónicas y mieloma  múltiple.(5) 
 En  los últimos años hay un aumento de número de reporte de casos documentando el  SLT en tumores sólidos con algunas particularidades como gran tamaño del tumor,  enfermedad metastásica (específicamente en el hígado), alta sensibilidad a la  quimioterapia y valores elevados de ácido úrico y LDH.(4) Dentro de  los tumores sólidos el carcinoma de células pequeñas de pulmón, neuroblastoma,  meduloblastoma, hepatoblastoma, carcinoma vulvar, timoma, carcinoma ovárico,  carcinoma colorectal, carcinoma gástrico, melanoma, carcinoma hepatocelular,  sarcoma, tumores germinales y el carcinoma de mama han sido reportados como  asociados a SLT.(14) Debido a que estas publicaciones son reportes  de casos, se desconoce la verdadera incidencia del SLT en neoplasias sólidas.  Si bien el SLT ha sido asociado frecuentemente al uso de quimioterapia, se han  reportado casos secundarios al uso de imatinib, bortezomib, corticoesteroides,  rituximab, metotrexate, talidomida, radiación corporal total y  quimioembolización.(4) 
 La  incidencia del SLT varía según la enfermedad maligna subyacente y la definición  del mismo que se adopte. Gran parte de la información de la que se dispone para  estimar la incidencia proviene de estudios retrospectivos previos a la  utilización de la clasificación de Cairo-Bishop, por lo tanto, se cuenta con  información heterogénea. A modo de ejemplo se informan las incidencias  reportadas en los siguientes estudios. En una revisión de 102 pacientes con LNH  de alto grado el SLTL se observó en 42% de los pacientes y el SLTC en 6% utilizando  la clasificación de Hande-Garrow. En pacientes con LB la incidencia de SLTL y  SLTC fue de 56% y 11%, respectivamente. Mato y colaboradores estudiaron 194  pacientes con LMA que recibieron terapia de inducción y describieron una  incidencia de SLT de 9.8%.(15) En un estudio europeo que enroló 788  pacientes niños y adultos la incidencia total de SLTL y SLTC fue de 18.9% y 5%  respectivamente. Al analizar los datos según tipo de tumor, la incidencia de  SLTL y SLTC fueron de 14.7% y 3.4% en pacientes con LMA, respectivamente, 21.4%  y 5.2% en pacientes con LLA y 19.6% y 6.1% en pacientes con LNH,  respectivamente.(16)
 Los  factores de riesgo asociados al desarrollo del SLT incluyen características del  tumor (LDH elevada, recuento de glóbulos blancos mayor a 50.000/mm3,  metástasis hepáticas masivas, infiltración de la médula ósea, estadio de la  enfermedad neoplásica, grado de proliferación y sensibilidad a la  quimioterapia) y del paciente (edad, depleción de volumen, ERC preexistente,  hiperuricemia, hiponatremia y sexo masculino).(2-4) La asociación  entre enfermedad renal y desarrollo de SLT es fuerte y ha sido descrita en  poblaciones y tumores variados. Un estudio con casi 1200 niños con LNH reveló  que, de los 63 pacientes que desarrollaron SLT, 43 tenían evidencia de  disfunción renal al ingreso aunque la etiología de esta alteración no fue  aclarada.(17) En un grupo de 772 pacientes con diagnóstico reciente  de LMA la creatininemia previa al inicio del tratamiento fue fuertemente  predictiva para el desarrollo de SLT. Pacientes con concentraciones de  creatinina >1,4 mg/dl tuvieron 10.7 más chances de padecer SLT comparado con  aquellos con valores más bajos.(18) Se requiere de estudios que  utilicen el FG estimado en vez de la creatininemia para poder diferenciar el  riesgo según los grados de enfermedad renal y minimizar los potenciales errores  por no considerar raza y sexo. El SLT es más frecuente entre pacientes con  enfermedades subyacentes más severas y es, así mismo, un marcador de  efectividad del tratamiento instaurado. No hay trabajos randomizados que  evalúen el tratamiento del SLT y examinen la mortalidad como outcome primario  pero el desarrollo de injuria renal aguda asociada al SLT es, claramente, un  predictor de mortalidad.(5) Se publicó un trabajo con 63 pacientes  con enfermedades oncohematológicas y SLT, la mortalidad a los 6 meses fue de  21% en aquellos que no presentaron injuria renal aguda al ingreso a la unidad  de terapia intensiva y de 66% para aquellos que sí la presentaban.(19) Se concluye que la prevención de injuria renal aguda podría ser el objetivo más  importante del tratamiento debido a que esta está asociada a mayor  morbi-mortalidad.
Estratificación de riesgo
  
Como  se mencionó anteriormente la presencia de injuria renal aguda se asocia con  alta morbi-mortalidad en el SLT y su prevención requiere la identificación del  riesgo del paciente a padecerlo y el monitoreo en busca de signos tempranos del  mismo. Se han descrito diversos modelos para predecir el riesgo de lisis  tumoral tanto en niños como en adultos dependiendo de diversos factores como  características de la enfermedad de base (masa tumoral, infiltración de órganos  sólidos, de médula ósea, grado de proliferación, sensibilidad al tratamiento) y  del paciente (enfermedad renal preexistente, deshidratación, exposición a  nefrotóxicos, valores de LDH elevados previos al tratamiento y conteo de  glóbulos blancos).(2) Recientemente se han descrito otros factores  de riesgo como la edad avanzada, el sexo masculino y la presencia de  esplenomegalia o hiponatremia al momento del diagnóstico.(4) Se han  desarrollado múltiples modelos de estratificación de riesgo pero son de difícil  aplicación debido a diversos motivos: no son universales ya que fueron  descriptos para una entidad en particular no siendo aplicables a todas las  enfermedades capaces de generar SLT y excluyendo a los tumores sólidos; la  falta de definición del concepto de masa tumoral y la ambigüedad en la  definición de SLT utilizada.(20) 
  
 En  el año 2010 se publicó una recomendación de realizada por un panel de expertos  sobre la estratificación de riesgo para pacientes con SLT a cargo de Cairo y  Coiffier.(1) Es una guía para uso clínico que asigna a los pacientes  una de tres posibilidades de riesgo: alto, intermedio o bajo y se aplica a  todas las enfermedades malignas y tanto a adultos como a niños. Los factores de  riesgo reconocidos por estos expertos son la edad, el tipo de enfermedad  maligna, estadio de la enfermedad, LDH, conteo de glóbulos blancos y compromiso  renal previo. La posibilidad de aplicar esta clasificación a todos los  pacientes en riesgo de lisis tumoral es lo que la destaca por sobre otras  publicadas anteriormente.
  
 Esta  estratificación incluye tres fases que en conjunto definirán el riesgo de  padecer SLT. El primer paso consiste en pesquisar la presencia de SLTL según  los criterios diagnósticos de Cairo y Bishop de 2004 (excluyendo la  hipocalcemia) y a los pacientes con diagnóstico previo de gota. 
  
 El  segundo paso es la estratificación propiamente dicha basada en las características  de la enfermedad maligna. Según los datos de incidencia publicados previamente  en la literatura se definen la enfermedad de riesgo bajo (ERB), intermedio  (ERI) y alto (ERA) como aquellas con riesgo menor a 1%, 1 a 5% y mayor a 5%,  respectivamente, de desarrollar SLT. En adición los pacientes son  estratificados por edad, estadio de la enfermedad, masa bulky, recuento de  glóbulos blancos y LDH. La mayoría de los tumores sólidos y el mieloma múltiple  son clasificados como ERB excepto el neuroblastoma, tumores de células  germinales y carcinoma de células pequeñas de pulmón que son ERI. La leucemia  mieloide crónica (LMC) es ERB mientras que la leucemia linfoblástica crónica es  ERB si se trata con alquilantes y ERI si presenta glóbulos blancos ≥50x109l y/o recibirá tratamiento con agentes biológicos. Las  leucemias agudas se dividen en tres categorías y el riesgo se determina por el  conteo de glóbulos blancos y el valor de LDH. Los linfomas se diferencian entre  Linfoma Hodgkin, folicular, linfocítico pequeño, marginal de células B, MALT y  de células T cutáneo como ERB, la enfermedad de Burkitt y el linfoma  linfoblástico en estadio temprano como ERI y en estadio avanzado como ERA, el  linfoma anaplásico de células B grandes en ERB en estadios tempranos y ERI en estadios  avanzados en niños y siempre es ERB en adultos. Por último los linfomas de  células T, de células B difuso y del manto se clasifican según la edad del  paciente, los valores de LDH, el estadio de la enfermedad y la presencia de  masa Bulky. 
  
 El  tercer paso consiste en realizar un ajuste a la estimación de riesgo según la  presencia o no de compromiso renal que incluye: enfermedad renal crónica, hiperuricemia  preexistente, orina ácida, flujo urinario disminuido, deshidratación, oliguria,  anuria e injuria renal. Estas alteraciones pueden predisponer al SLT por lo que  deben ser tomadas en cuenta en la estratificación de riesgo y los pacientes que  presenten alguna de ellas serán clasificados como con compromiso renal lo que  determina un incremento en el riesgo de lisis tumoral, por lo tanto, los  pacientes que tenían ERB, al presentar dicho compromiso, se recatalogarán como  pacientes con riesgo intermedio (RI) y los que inicialmente tenían ERI, tendrán  riesgo alto (RA) de lisis tumoral. (Figura 2) 
  
Figura 2. Ajuste final según compromiso renal
            
Prevención y tratamiento
 La  finalidad de la estratificación de riesgo es definir la mejor estrategia de  prevención para cada paciente a fin de evitar la ocurrencia del SLT. Esta  inicia con el reconocimiento de los factores de riesgo y el monitoreo clínico y  de valores de laboratorio cercanos.(4) Si utilizamos el sistema de  estratificación de riesgo de Cairo y Coiffier(1) los pacientes con  ERB deben recibir hidratación y monitoreo con laboratorios y en caso de  presentar signos de cambios metabólicos, enfermedad avanzada, alto grado de  proliferación o masa Bulky deben recibir allopurinol. Los pacientes con ERI  deben recibir allopurinol en todos los casos y los que padecen ERA deben  recibir rasburicasa. En todos los casos se debe evitar el uso de sustancias  potencialmente nefrotóxicas como contraste endovenoso o antiinflamatorios no  esteroideos y discontinuar los inhibidores de la enzima convertidora de  angiotensina y los bloqueantes del receptor de angiotensina en pacientes con  injuria renal aguda y SLT.(5) Se recomienda retrasar el tratamiento  específico del tumor, en caso de ser posible, en pacientes con alto riesgo de  desarrollar SLT hasta que puedan iniciarse las medidas preventivas.
 La  hidratación endovenosa agresiva es recomendada para todos los pacientes y es la  base de la prevención y el tratamiento del SLT. Esta hidratación mejora la  perfusión renal y la filtración glomerular y minimiza la acidosis y la  oliguria. De esta manera mejoraría la excreción de ácido úrico, potasio y  fósforo y se podría prevenir la necesidad de terapias de reemplazo renal. Se  recomiendan dosis altas de hidratación de 2500 a 3000 ml/m2/día en pacientes con mayor riesgo con un  objetivo de diuresis de ≥2 mL/kg/h.(2-7)  En los trabajos publicados a la fecha la recomendación de hidratación no  diferencia entre las distintas soluciones disponibles (cristaloides o  soluciones balanceadas). En los pacientes con un estado óptimo de hidratación  que persisten con disminución del ritmo diurético se recomienda el uso de  diuréticos de asa para lograr el objetivo propuesto. No se recomienda el uso  rutinario de diuréticos.
 Si  bien alcalinización de la orina aumenta la solubilidad del ácido úrico  permitiendo su excreción, también disminuye la solubilidad del fosfato de  calcio. Debido a que es más dificultoso el tratamiento de la hiperfosfatemia  comparado con el de la hiperuricemia, no se recomienda esta terapéutica.(21)
 El  tratamiento de la hiperfosfatemia se basa en la hidratación adecuada que  promueve su excreción. Puede requerirse terapia de reemplazo renal. Los  pacientes con hiperfosfatemia no deben recibir infusiones con calcio para  evitar la precipitación de ambos en los tejidos.(4) No se recomienda  el tratamiento de la hipocalcemia asintomática por el riesgo de precipitación pero en el caso de presentar signos y síntomas compatibles con la misma se debe  administrar gluconato de calcio endovenoso.(2)
 En  cuanto a la hiperkalemia el uso de diuréticos de asa no debería ser sistemático  debido a que pueden precipitar el depósito de cristales de urato en los túbulos renales. Puede requerir la implementación de terapias de reemplazo renal.(2)
 El allopurinol es un inhibidor competitivo de la enzima xantino oxidasa que impide  el metabolismo de la xantina e hipoxantina a ácido úrico (Figura 1). Por lo tanto, es un fármaco efectivo para prevenir la hiperuricemia pero no tiene efecto sobre el ácido úrico ya formado. El resultado es un aumento en los niveles séricos de la xantina e hipoxantina  favoreciendo su depósito en forma de cristales en los túbulos renales con el  aumento de riesgo de nefropatía obstructiva.(4) Se recomienda su uso  en pacientes con riesgo intermedio y alto de desarrollar SLT y a aquellos de bajo riesgo que presenten signos de cambios metabólicos, enfermedad avanzada, con alto grado de proliferación o masa bulky. La dosis recomendada es de 100-300  mg/3 veces al día (máximo 800 mg/d) y debe ser ajustada al filtrado glomerular 7. Los efectos adversos asociados a su uso son el síndrome de Stevens-Johnson, necrólisis epidérmica tóxica, hepatitis y el síndrome de hipersensibilidad con  alta morbilidad.(5)
 El flebuxostat es un inhibidor de la xantino oxidasa que no presenta las reacciones de hipersensibilidad asociadas al allopurinol y no requiere ajuste  según el filtrado glomerular pero al no contar con ensayos clínicos que  examinen la efectividad de este fármaco en la prevención del SLT no se indica su uso.(4-5)
 La  rasburicasa es una urato oxidasa recombinante derivada del Aspergillus aprobada  por la US Food and Drug Administration (FDA) en el año 2002 para el manejo  inicial de la hiperuricemia en pacientes pediátricos con leucemia, linfoma y  tumores sólidos que reciben tratamiento antineoplásico. En el año 2009 se  aprobó para pacientes adultos. La rasburicasa cataliza la conversión de ácido  úrico en alantoina que es 5 a 10 veces más soluble que el ácido úrico y se  excreta a nivel renal. La dosis recomendada es de 0,2 mg/kg/día por 5 días en  infusión endovenosa. No se requiere ajuste según el filtrado glomerular. Está  contraindicada en pacientes con deficiencia de glucosa-6-fosfato deshidrogenasa  por el riesgo de metahemoglobinemia y hemólisis y puede desencadenar la  formación de anticuerpos en el 10% de los pacientes.(4) Se  recomienda su utilización profiláctica en pacientes con riesgo alto de lisis  tumoral y como tratamiento en pacientes con SLT e hiperuricemia.(6)  La principal limitación a su uso es su elevado costo por lo que actualmente se  recomienda el uso de dosis única al inicio del tratamiento sustentado en el  resultado de estudios de cohorte que demostraron persistencia del efecto. Las  recomendaciones de uso de este fármaco se basan en unos pocos ensayos que  mostraron una disminución significativa de los niveles de ácido úrico luego de  su administración, algunos en comparación con el uso de allopurinol. El ensayo  de Cortes y colaboradores dividió a los pacientes en tres grupos de  tratamiento: un grupo recibió rasburicasa, otro recibió rasburicasa seguida de  allopurinol y el tercer grupo fue tratado con allopurinol. Se reportó un 87% de  descenso de los niveles de ácido úrico en el primer grupo, 78% en el segundo y  66% en el grupo que sólo recibió allopurinol. El grupo que recibió sólo  rasburicasa tuvo una respuesta (descenso de los niveles de ácido úrico)  significativamente mayor a las de otros grupos inclusive en pacientes con alto  riesgo de padecer SLT y en aquellos con hiperuricemia preexistente.(22)
 No  existen, a la fecha, ensayos prospectivos que examinen el impacto de la  rasburicasa en end points relevantes clínicamente como prevención de injuria  renal aguda y mortalidad. Los datos aportados por los ensayos ya realizado,  cuyos end points primarios no eran de relevancia clínica, muestran que no hay  diferencias en la incidencia de injuria renal y mortalidad. En el año 2010 se  publicó una revisión de la Cochrane, actualizada en 2017, sobre el uso de rasburicasa  para la prevención y el tratamiento del SLT en niños con cáncer.(23) Se  analizaron 7 ensayos clínicos de tipo controlados randomizados y clínicos  controlados que enrolaban un total de 471 pacientes en la rama de tratamiento y  603 en la rama control. Estos ensayos comparaban rasburicasa versus  allopurinol. Los trabajos no evaluaban el outcome primario de incidencia de  SLTC, no mostraron diferencias claras en mortalidad por cualquier causa ni  mortalidad por SLT, injuria renal y efectos adversos entre los grupos de  tratamiento y control. Un estudio clínico controlado evaluó el outcome primario  no mostrando diferencias entre ambos grupos. Se puede concluir que si bien hay  evidencia de que la rasburicasa es efectiva en la reducción de los niveles de ácido  úrico no se ha demostrado a la fecha que reduzca la incidencia de SLT clínico,  injuria renal o mortalidad que son los determinantes de la evolución de los  pacientes. 
 Cuando  las medidas terapéuticas previamente enumeradas no son efectivas se debe implementar  una terapia sustitutiva renal como la hemodiálisis que permita aumentar el  clearance de ácido úrico, fósforo y potasio, corregir la acidosis metabólica y  la hipocalcemia y proveer el tratamiento adecuado de la injuria renal aguda. Se  prefiere el uso de terapias continuas debido al potencial de las células  neoplásicas de liberar continuamente estas sustancias al lisar y a que el  clearance de fósforo es tiempo dependiente e intermitente en pacientes con  hiperkalemia severa.(6) La diálisis peritoneal no es recomendada  para el tratamiento del SLT debido a que no permite un adecuado clearance del  ácido úrico.(5)
 Recientemente  se han publicado guías para la prevención y tratamiento del SLT usando el  sistema un sistema de evaluación del nivel de evidencia conocido como GRADE.(24)  Esto ha demostrado que muchas de estas recomendaciones son de origen empírico y  no han sido sometidas a evaluaciones con alto rigor científico.(25) (Tablas 2 y 3)
CONCLUSIÓN
 El  síndrome de lisis tumoral es una emergencia oncológica que requiere de un  diagnóstico inmediato y rápido tratamiento para evitar la morbi-mortalidad  asociada a él. 
 La  principal estrategia para mejorar la evolución de los pacientes en términos de  morbi-mortalidad es tener un alto índice de sospecha de la misma para así  instaurar las medidas profilácticas y de tratamiento adecuadas de forma  urgente. El conocimiento de la fisiopatología de la misma es esencial frente al  escenario en que nos encontramos donde tanto la definición, clasificación,  factores de riesgo, modalidades de prevención y tratamiento se encuentran en  continuo análisis y revisión y sobre los que no hay un consenso concluyente.
 En  este trabajo se propone utilizar la definición publicada por Cairo y Bishop y  la estrategia para estratificación de riesgo desarrolladas por Cairo y Coiffier  debido a que son fácilmente reproducibles, aplicables a todas las neoplasias, a  niños y adultos y a que tienen en cuenta los factores de riesgo considerados  como relevantes tanto del paciente como de la enfermedad subyacente. La  estratificación es esencial para el correcto manejo preventivo y eventual  tratamiento. Esta definición no incluye el síndrome de lisis tumoral espontáneo  y junto con la falta de trabajos de investigación sobre el mismo hacen que se  desconozca la verdadera incidencia del mismo. Una situación similar sucede con  los casos asociados a neoplasias sólidas. 
 Se  revisaron las opciones terapéuticas propuestas actualmente en la literatura  haciendo especial hincapié en que la recomendación de usar rasburicasa no se  basa en evidencia científica de alta calidad por lo que el médico tratante debe  ser juicioso a la hora de utilizarla conociendo los riesgos y beneficios de su  uso. Se requieren trabajos randomizados y controlados que comparen las opciones  terapéuticas actuales en cuanto a la evolución clínica de los pacientes  sometidos a ellas..
                
Conflicto de intereses: Los autores declaran no poseer ningún interés comercial o asociativo que presente un conflicto de intereses con el trabajo presentado.
BIBLIOGRAFÍA
Cómo citar este artículo: Delgado MD, Cestari JJ, Lestón Tauret AH, Alemano G. Síndrome de lisis tumoral. Revisión bibliográfica a 90 años de su descripción. Rev Nefrol Dial Traspl. 2018; 38(2):148-59.
Revista de Nefrología, Diálisis y Trasplante
ISSN 2346-8548 (electrónico) -  ISSN 0326-3428 (impreso) 
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