ARTÍCULO de REVISIÓN
Historia del concepto de factor de riesgo
DESARROLLO HISTÓRICO DEL CONCEPTO DE FACTOR DE RIESGO
CARDIOVASCULAR Y RENAL
HISTORICAL
DEVELOPMENT OF THE CONCEPT OF CARDIOVASCULAR AND RENAL RISK FACTOR
Ana María Cusumano1, María Eugenia Victoria
Bianchi2
1) Instituto
Universitario CEMIC (Ciudad de Buenos Aires). Instituto de Nefrología Pergamino,
Pergamino, Buenos Aires.
2) Fundación Renal
del Nordeste Argentino, Resistencia, Chaco.
Recibido en su forma original: 13 de diciembre
de 2024
En su forma corregida: 24 de abril de
2025
Aceptación final: 13 de mayo de 2025
Ana María Cusumano
Instituto Universitario CEMIC. Instituto
de Nefrología Pergamino, Buenos Aires, Argentina.
ORCID: 0000-0001-9943-0286
E-mail: anacusumano@yahoo.com.ar
ABSTRACT
At the beginning of the 20th century, infectious
diseases were the leading cause of death, but with advances in medicine and
greater access to healthcare, mortality from these diseases decreased; by 1940,
cardiovascular diseases (CVD) were the leading causes of death. In 1947, the
Framingham Study began, focusing on the main causes of CVD (atherosclerotic and
high blood pressure (HBP). In the 1950s, the causes of coronary heart disease
were hypertension, high cholesterol, smoking, and diabetes (DBT). In 1961, the
concept of "risk factor" (RF) was coined, recognizing that a
combination of factors increased risk. In 1998, the Framingham Score became a
key tool in the prevention, diagnosis, and treatment of CVD. In 2000, CVD was
recognized as the leading cause of death in patients with CKD, and similar
strategies should be used to prevent both CVD and CKD, given the common RFs
(diabetes, hypertension, low HDL cholesterol). Albuminuria was identified as a
marker and predictor of CKD and CVD progression. Non-traditional RFs for CVD in
CKD were later recognized: chronic inflammation, oxidative stress, and altered phosphocalcic metabolism. Subsequently, low birth weight
(LBW) was associated with an increased risk of chronic non-communicable
diseases, including CVD and CKD (Barker hypothesis); renal studies confirmed a
reduction in the number of nephrons in newborns with LBW.
RESUMEN
A inicios del siglo XX, las
enfermedades infecciosas eran la principal causa de muerte, pero con los progresos
en medicina y mayor acceso a la salud, la mortalidad por estas enfermedades
disminuyó; para 1940 las principales causas de muerte ya eran las enfermedades cardiovasculares
(ECV). En 1947 inició el estudio de Framingham, centrado en las principales
causas de ECV (ateroscleróticas e hipertensión arterial (HTA)). En los años 50,
las causas de enfermedad coronaria eran la HTA, el colesterol (col.) elevado,
el tabaquismo y la diabetes (DBT). En 1961 se acuñó el concepto de "factor
de riesgo" (FR), reconociendo que la combinación de factores aumentaba el
riesgo. En 1998, el Score de Framingham fue una herramienta clave en la
prevención, diagnóstico y tratamiento de la ECV.
En el año 2000, se reconoció
la ECV como principal causa de muerte en pacientes con ERC, y que debían usarse
estrategias similares para prevenir la ECV y la ERC ya que los FR eran comunes
(DBT, HTA, col. HDL bajo). La albuminuria se identificó como marcador y
predictor de progresión de ERC y ECV. Luego se reconocieron FR no tradicionales
de ECV en la ERC: inflamación crónica,
estrés oxidativo y alteraciones del metabolismo fosfocálcico. A posteriori, se
asoció el bajo peso (BP) al nacer con mayor riesgo de enfermedades crónicas no
transmisibles, incluidas la ECV y la DBT (hipótesis de Barker); estudios a
nivel renal confirmaron reducción del número de nefrones en recién nacidos con
BP.
ORÍGENES DEL CONCEPTO DE RIESGO CARDIOVASCULAR
En los primeros años del siglo XX, en EE. UU, el foco
en salud continuaba dirigido a las enfermedades infecciosas como causa de
muerte, particularmente en la edad pediátrica. En esos años, de la mano de un
incremento en el conocimiento médico, un mayor acceso a la salud, progresos en
la sanidad ambiental, un vigoroso plan nacional de salud y mejoras en el estilo
de vida, la tasa de mortalidad cayó en 50 años (de 1900 a 1950), de 17.2 a 9.6
por 1000 habitantes. En pediatría, la reducción de la mortalidad se produjo
fundamentalmente en relación a las enfermedades infecciosas (tales como
difteria, sarampión, tos ferina, escarlatina), y la diarrea y la fiebre
tifoidea, que prácticamente desaparecieron en esos años como causa de muerte (1).
Para 1940, la enfermedad cardiovascular (ECV)
constituía la primera causa de muerte en EE. UU (1 cada 2 muertes) (2).
Víctima de esta enfermedad fue el propio presidente de los EE. UU, Franklin D
Roosevelt (1933-1945), quien padecía hipertensión desde 1932, desarrolló luego
insuficiencia cardíaca y falleció en 1945, estando en el poder, por accidente
cerebro vascular (su presión arterial en valores 300/190) (3). Esto
contribuyó a poner aún más en evidencia que el foco debía ponerse en estudiar y
eventualmente controlar las enfermedades cardiovasculares como causa de muerte.
Así, en 1947 comenzó a planearse, desde el Servicio de Salud pública de EE.
UU., el desarrollo en cooperación con el estado y las agencias locales de
salud, de un estudio epidemiológico focalizado en la enfermedad aterosclerótica
e hipertensiva, reconocidas ambas como las principales causas de ECV. La hipótesis de trabajo asumió que estas
enfermedades no tendrían un único origen, sino que eran el resultado de
múltiples causas que actuarían lentamente a lo largo del tiempo en cada
individuo. El estudio diseñado, prospectivo observacional, consistió
inicialmente en seleccionar al azar un grupo de personas en el rango de edad
donde éstas enfermedades aparecían, luego de excluir, a través de un completo
examen clínico, a las que las padecieran; este grupo de” normales” sería
seguido hasta que un número considerable desarrollara estas enfermedades, y ahí
se identificaría que factores influenciaban el desarrollo de la enfermedad en
un grupo y no en el otro. Se seleccionó para realizar este estudio Framingham,
una ciudad industrial de población predominantemente blanca, localizada a 21
millas de Boston (Massachusetts), con una población estable de alrededor de
28000 habitantes, y que contaba como antecedente a su favor que en ella se
había desarrollado, con éxito, entre 1917 y 1923 el estudio poblacional de
Demostración de Salud y Tuberculosis de Framingham (Framingham Health and
Tuberculosis Demonstration Study) (4).
En junio de 1948, el presidente Truman firmó el Acta
Nacional del Corazón (National Heart Act); en concordancia el Congreso
estableció el financiamiento para un estudio epidemiológico de enfermedades del
corazón por 20 años, y creó el Instituto Nacional del Corazón (hoy Instituto
Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre (National Heart, Lung and Blood
Institute) (3). Ese mismo año se inició el estudio de Framingham.
IDENTIFICACIÓN DE LOS FACTORES DE RIESGO
CARDIOVASCULAR
En 1957, en el Simposio “Measuring the Risk of
Coronary Heart Disease in Adult Population Groups”, se presentaron estudios
sobre ECV realizados en Albany, Framingham y California (EE. UU), concluyéndose
que la HTA y el colesterol elevado incrementaban el riesgo de enfermedad
cardíaca (5).
En 1961 Kannel y col, en su publicación a 6 años de
desarrollo del estudio de Framingham, esbozaron el concepto de factor de riesgo
(FR) al identificar al colesterol alto, la hipertensión arterial (HA) y la
patente de hipertrofia ventricular izquierda en el ECG, como tres
características claramente asociadas con el desarrollo de enfermedad coronaria,
no sólo en forma individual sino también su potenciamiento cuando se
sumaban. Identificaron también las
diferencias con respecto a las mujeres, que a igual edad tuvieron mucho menor
riesgo (6).
En 1964, a 10 años de iniciado el estudio de
Framingham, se reconoció la clara relación entre tabaquismo y mortalidad total,
así como la incidencia de nuevas manifestaciones de enfermedad coronaria tanto
en este estudio como en un seguimiento a 8 años en un estudio similar realizado
en Albany (NY). El riesgo de infarto de
miocardio en hombres que fumaban 20 o más cigarrillos/día resultó ser tres veces
mayor que en no fumadores, fumadores previos, fumadores de cigarros o en pipa (7).
En 1967, Truett y col, luego de 12 años del estudio de
Framingham, incorporaron definitivamente el concepto de FR considerando 7 de
ellos: la edad avanzada, colesterol total elevado, peso corporal aumentado, electrocardiograma
alterado (0 para normal y 1 para
hipertrofia ventricular izquierda (HVI), anormalidades no específicas y bloqueo
intraventricular), hemoglobina disminuida, número de cigarrillos fumados/día (en paquetes por día: nunca, menos de uno, uno
y más de uno) y presión arterial
sistólica. Concluyeron que los más importantes FR, además de la edad, eran el
colesterol elevado, el tabaquismo, las anormalidades electrocardiográficas y la
presión arterial alta; con respecto al peso, si bien resultaba significativo,
en ese estudio tuvo menos valor que los otros cuatro (8).
En 1967, Frederic Epstein, basado en su trabajo en el
Estudio de Tecumseh, planteó que debe reconocerse la hiperglucemia como un FR
coronario (9). En el mismo año, W.B. Kannel publicó, con datos del
estudio de Framingham, que el bajo nivel de actividad física era un FR de
enfermedad coronaria (10).
En 1974 se confirmó que los diabéticos, en general,
tienen mayor riesgo de morbilidad y mortalidad de causas cardiovasculares
(enfermedad coronaria e insuficiencia cardíaca congestiva); riesgo mayor que
persistía luego de tomar en cuenta los niveles más elevados de lípidos séricos,
de presión arterial y de obesidad, por lo que se consideró a la propia diabetes
como aumentadora del riesgo (11,12).
Con respecto a la obesidad, si bien algunos estudios
sugerían que el aumento de peso se relacionaba con la enfermedad coronaria (13),
se aceptaba que este aumento de riesgo se debía primariamente a la influencia
de los factores de riesgo asociados y no al grado de obesidad por sí misma.
Incluso se consideraba que la obesidad per se era benigna si no se acompañaba
de otros factores de riesgo (14). En 1983 Helen Huber y col.
demostraron, fuera de toda duda, reexaminando la cohorte original de Framingham
(5209 hombres y mujeres) a 26 años de seguimiento, que la obesidad era un
predictor significativo de ECV, particularmente en la mujer, e
independientemente de la edad, el colesterol, la presión arterial sistólica, el
grado de tabaquismo, la HVI y la intolerancia a la glucosa (15).
Ya en 1977, en el estudio de Framingham se había
identificado al HDL colesterol aumentado como un factor de protección contra la
enfermedad coronaria (16), pero no había sido reconocido aún que su
disminución significara aumento del riesgo. Esto fue posteriormente
definitivamente comprobado (17), demostrándose también que este
aumento del riesgo era independiente del nivel de triglicéridos séricos (18).
En 1998, a 50 años de iniciado el estudio de
Framingham, se publicó un sistema de puntaje, denominado Score de Framingham,
que posibilitó establecer el riesgo cardiovascular global de padecer un evento
coronario a 10 años. Para elaborarlo, se realizó un estudio prospectivo de 12
años de evaluación, con 2489 hombres y 2856 mujeres entre 30 a 74 años de edad
al inicio, tomando como parámetros los establecidos en las guías del Joint
National Committee on Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Pressure
(JNC V) y del National Cholesterol Education Program (NCEP) (19-21). Este score incluía tabaquismo (cualquier
número de cigarrillos/día), presión arterial elevada, niveles elevados de
colesterol total y de colesterol LDL, bajos niveles de colesterol HDL, diabetes
mellitus y edad avanzada. Rápidamente se convirtió en una herramienta de uso
clínico en el propio consultorio, ya que permitía rápidamente identificar
pacientes con alto riesgo que requerían intervención inmediata, implementar
estrategias de reducción de riesgo, y adaptar estas últimas en función del
riesgo global estimado (22).
RECONOCIMIENTO DE LA ASOCIACIÓN ENTRE FACTORES DE
RIESGO CARDIOVASCULARES Y LA ENFERMEDAD RENAL
En el año 2000, Sarnak MJ y Levey AS advierten que la
ECV, además de ser la principal causa de morbilidad y mortalidad en la
enfermedad renal crónica (ERC), está presente antes que los pacientes ingresen
a tratamiento dialítico crónico, por lo que postulan que la implementación
precoz de estrategias de reducción de factores de riesgo cardiovasculares
(FRCV) podría prevenir tanto la ECV como la ERC. Proponen así un nuevo paradigma: que la EVC y
la ERC serían etapas finales de los mismos desordenes subyacentes, por lo cual
la estrategia de prevención de riesgo CV en población general debería ser
aplicada en los pacientes con ERC, con la expectativa de prevenir tanto la
progresión de esta última como la de la ECV, procediendo a clasificar a los
factores de riesgo en cardiovasculares y relacionados a uremia. Puede
observarse en la Tabla 1 que, hasta ese momento, se conocía que eran
factores de riesgo tanto para la ECV como para la ERC la edad avanzada, ser
varón, el colesterol HDL disminuido, la Diabetes, el Tabaquismo, y la presencia
de proteinuria; la raza blanca no era factor de riesgo para la ERC, y los
antecedentes familiares de ERC no eran FR de ECV.
Tabla 1: Factores de
riesgo tradicionales y renales. Mod. de Ref 23.
Factores de
riesgo |
Factores de
riesgo cardiovasculares |
Factores de
riesgo relacionados a uremia |
Edad avanzada Género
Masculino Raza Blanca Hipertensión
arterial Colesterol
LDL elevado Colesterol
HDL reducido Diabetes Tabaquismo Inactividad
física Menopausia Estrés
psicosocial Historia
familiar de ECV Albuminuria/proteinuria Sobrecarga
extracelular de V Alteración
balance electrolítico Triglicéridos
elevados Anemia Malnutrición Factores
trombogénicos Estrés
Oxidativo Homocisteína
elevada Infección/inflamación Toxinas
urémicas Historia
familiar de ERC |
+ + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + - |
+ + - + ¿? + + + ¿? ¿? ¿? ¿? + ¿? ¿? ¿? ¿? ¿? ¿? ¿? ¿? ¿? ¿? ¿? |
Nota: Asociación entre
factores de riesgo de ECV tradicionales y relacionados con la uremia e
incidencia, prevalencia y progresión de ECV y ERC; +, evidencia que apoya una
correlación positiva (en algunos casos causal) entre el FR y el resultado. (-):
una correlación negativa entre el FR y el resultado. Por definición, los
factores de riesgo CV están asociados con la ECV (con excepción de antecedentes
familiares de ERC)
Con el resto de los factores de riesgo CV ya
identificados, se ignoraba si también constituían riesgo en la ERC (23).
Resultó muy importante la identificación de la proteinuria, un signo claro de
enfermedad renal, como factor de riesgo de ambas enfermedades.
En una publicación posterior, centrados en la
observación de la disminución de la mortalidad por causas cardiovasculares a
través de los trabajos de Framingham, pero a su vez remarcando el aumento de
mortalidad en la población de pacientes con ERC por enfermedades cardiovasculares,
proponen una clasificación de FR tradicionales y no tradicionales (Tabla 2)
(24).
Tabla 2: Manifestaciones
de ECV en la ERC y factores propios asociados
Patología |
FR tradicionales |
FR no tradicionales |
Cardiomiopatía |
Edad avanzada Hipertensión Enfermedad valvular Diislipidemia Tabaquismo Diabetes |
Albuminuria TFG disminuida Anemia Inflamación Arteriosclerosis |
Aterosclerosis |
Edad avanzada Género masculino Hipertensión Diabetes Dislipidemia Tabaquismo Inactividad física HVI |
Albuminuria TFG disminuida Anemia Inflamación Estrés oxidativo Disfunción endotelial Homocisteína aumentada Lipoproteína a Malnutrición Factores trombogénicos Actividad simpática Resistencia insulínica/síndrome metabólico |
Arteriosclerosis |
Edad avanzada Género masculino Tabaquismo Diabetes Dislipidemia |
Albuminuria TFG disminuida Disfunción endotelial Anormal metabolismo del Calcio y del Fósforo Síndrome metabólico |
Puede observarse en la Tabla 2 que la presencia
de albuminuria y la reducción de la función renal (evaluada por la tasa de
filtrado glomerular, TFG), constituyen factores de riesgo de la ECV.
Otra observación, con respecto a la Tabla 2, es
que se divide la enfermedad vascular arterial en dos tipos: aterosclerosis y
arteriosclerosis, reconociendo dos mecanismos de daño que existen tanto en la
ECV como en la ERC. Se entiende por aterosclerosis una enfermedad de la íntima
arterial caracterizada por la presencia de placas y lesiones oclusivas,
altamente prevalentes en la ERC (25). Con respeto a la
arteriosclerosis, ésta implica un remodelado de grandes arterias que puede
deberse al aumento de la presión de carga (con hipertrofia de la pared y
aumento de la relación pared/lumen) o sobrecarga de flujo (con proporcional
aumento del diámetro arterial y engrosamiento de la pared) (26,27).
En el 2003, la Asociación Americana de Cardiología
reconoce como un FR cardiovascular no tradicional a la albuminuria (Tabla 3)
(28), aceptando que su presencia no solo define la existencia de
ERC, sino que tiene importantes implicancias para el diagnóstico del tipo de
ERC y se asocia con peor pronóstico tanto para la progresión de la ERC como de
la ECV.
Tabla 3: Factores de riesgo cardiovascular tradicionales y no
tradicionales presentes en la ERC (Modif. de Ref 28)
Factores de riesgo tradicionales |
Factores de riesgo no tradicionales |
Edad avanzada Sexo masculino Hipertensión HDL colesterol aumentado Diabetes Tabaquismo Inactividad física Menopausia Historia familiar de ECV Hipertrofia ventricular izquierda |
Albuminuria Homocisteína aumentada Isoformas de lipropropoteínas y
apolipoproteínas circulantes Remanentes de lipoproteínas circulantes Metabolismo alterado del Ca y P Sobrecarga extracelular de Volumen Alteraciones electrolíticas Estrés oxidativo Inflamación (aumento de Proteína C
Reactiva) Malnutrición Factores trombogénicos Alteración del balance óxido
nítrico-endotelina |
Define microalbuminuria de 30 a 300 mg/día y como
albuminuria/proteinuria clínica más de 300 mg/día. Recomiendan, para el
diagnóstico de proteinuria, utilizar en orina puntual la relación albúmina/creatinina
o proteinuria/creatinina (28).
El concepto de FR, y que la asociación de factores
aumenta el riesgo, de modo que puede desembocar en ECV, cambió la práctica de
la medicina, al incorporar el tratamiento de los factores de riesgo para
prevenir o demorar el desarrollo de la enfermedad; por otro lado, su inclusión
en encuestas nacionales de salud ha contribuido al desarrollo de políticas
nacionales preventivas, tales como la lucha contra el tabaco y la reducción de
sodio. Si se agrega a esto la relación reconocida entre la ECV y la ERC, queda
claro que la identificación precoz de factores de riesgo y su tratamiento en
población general contribuye claramente a la reducción de la carga de
enfermedad en la sociedad.
MARCADOR BIOLÓGICO DE RIESGO O BIOMARCADOR
Debe diferenciarse el concepto de FR de una enfermedad
y de marcador biológico (o biomarcador) de potencial riesgo. Así, FR puede definirse como una
característica biológica mensurable de un individuo que precede una evolución
bien definida de la enfermedad (ej. Infarto de miocardio), y predice la
evolución, con la que tiene causalidad biológica. Mientras que un biomarcador
es un indicador para procesos que están involucrados en el desarrollo de la enfermedad,
pero pueden o no ser causa de ella (29). Claramente, la diferencia es muy fina, ya que
un marcador podría considerarse como un tipo de FR que no es causal (30).
Por supuesto, un marcador biológico puede calificar como un FR cuando es
causal, pero no constituye una característica necesaria del biomarcador. La identificación sobre que es un biomarcador
tiene particular importancia en pediatría, porque contribuye a identificar
individuos asintomáticos que tienen mayor chance de desarrollar la enfermedad
en el futuro. Para ser útil del punto de vistas clínico, un biomarcador tiene
que cumplir al menos dos criterios: debe haber evidencia en estudios
prospectivos, de cohorte o randomizados, en amplias poblaciones demostrando que
es predicción independiente de evento CV
con una significativa reclasificación del riesgo, más allá de global algoritmos
que evalúan riesgo, como el propio Score de Framingham; hay terapias que
modifican este biomarcador disponibles para ser utilizadas en el individuo en
riesgo, que puedan ser medidas, tengan baja variabilidad, sean altamente
reproducibles y tengan plausibilidad biológica (30-32). Por eso, cuando un biomarcador no es
predictivo o causal de enfermedad, no puede ser considerado un FR, pero puede
contribuir a comprender los procesos involucrados en el desarrollo de la
enfermedad, y a diseñar terapéuticas para mejorarla y medir la evolución.
Constituyen ejemplos de biomarcadores de riesgo CV: Proteína C Reactiva
ultrasensible, lipoproteína a, péptido natriurético cerebral (BNP), porción
N-terminal del pro-péptido natriurético tipo B (NT-proBNP), y troponina I,
factor de crecimiento endotelial vascular, entre otros.
En los últimos años el estudio de las enfermedades
asociadas a factores de riesgo ha avanzado hacia la genética, la epigénética y
la biología molecular con las ciencias ómicas (genómica, trancriptómica,
metabolómica, proteómica) (33), pero esto excede los alcances de
este artículo.
EL BAJO PESO AL NACER COMO FACTOR DE RIESGO DE
ENFERMEDADES CRÓNICAS NO TRANSMISIBLES
El bajo peso (BP) al nacer no es sólo un predictor de
muerte perinatal y mortalidad, sino que también aumenta el riesgo de
enfermedades crónicas no transmisibles en la edad adulta, tales como diabetes y
ECV, según estudios que se vienen realizando durante los últimos 40 años (34). El primero en alertar sobre esto fue el
médico epidemiólogo inglés David Barker, quien advirtió que adultos que habían
nacido con BP al nacer (ya sea por prematurez o por restricción nutricional
intrauterina), y luego del nacimiento hacían un rapido “catch up”, fallecían ya
adultos de enfermedades crónicas no transmisibles, siendo las más comunes la
ECV, la diabetes mellitus y la hipertensión arterial. Esto se denominó
“Hipótesis de Barker” o “hipótesis de la programación fetal” que proponía que
el ambiente en que se desarrollaba el feto y el infante en los primeros años de
vida (determinado por la situación nutricional materna) determinaba las
patologías en la edad adulta (35). Posteriormente, el mismo Barker
junto con Hales hipotetizaron que la etiología de la diabetes mellitus tipo 2
se relacionaba con una mala nutrición fetal y postnatal temprana, que imponía
mecanismos de ahorro nutricional en el sujeto en crecimiento, y una de las
posibles consecuencias a largo plazo de esta nutrición temprana inadecuada era
el deficiente desarrollo del páncreas endocrino y una susceptibilidad mayor al
desarrollo de la diabetes tipo 2 (hipótesis conocida como “the thrifty genoytpe
hypótesis” o la hipótesis del fenotipo ahorrativo) (36).
Casi simultáneamente, estudios a nivel animal
confirmaron que el feto se adaptaba a la malnutrición alterando la producción o
la sensibilidad de los tejidos a hormonas y en particular a la insulina, que
tiene un rol clave en regular el crecimiento fetal (37). Estos
cambios, adaptativos en la etapa fetal, conducirían a cambios permanentes en la
estructura y función corporal que persistirían después del nacimiento, con el
desarrollo eventual del síndrome metabólico y sus consecuencias.
A nivel renal, Brenner y col., en 1988 hipotetizaron
que los factores que llevaban al BP al nacer conducirían a una reducción
programada en el número de nefrones, lo que derivaría en hiperfiltración a
nivel glomerular como mecanismo fisiopatológico etiológico de la Hipertensión
Arterial y el desarrollo de ERC (38,39). Ya antes, en 1980, Guyton,
desde la fisiología renal normal, había postulado que el riñón con menos
nefronas tenía menor capacidad para excretar sodio (por lo que aumentaría la
presión arterial), y estaba menos capacitado para responder a la injuria, y por
lo tanto era más sensible a desarrollar ERC (40). En humanos, alrededor del 60% de los nefrones
se desarrollan durante el tercer trimestre de gestación hasta las 35-36
semanas; en recién nacidos prematuros o nacidos con BP se ha comprobado en
estudios post mortem una reducción del número de glomérulos (41,42),
por lo que la hiperfiltración como mecanismo de daño parece plausible.
Se desprende de lo anterior que el BP al nacer debe
considerarse un factor de riesgo no tradicional para enfermedades no
transmisibles, como la ECV y la ERC, entre otras.
COMENTARIOS FINALES
Hoy no hay duda de la existencia de la relación que
existe entre las enfermedades cardiovasculares, metabólicas y renales, al punto
que se habla de un síndrome cardio-reno-metabólico, que la American Heart
Association define como un trastorno de
salud atribuible a conexiones entre la obesidad, la diabetes, la enfermedad
renal crónica (CKD) y la enfermedad cardiovascular (CVD), incluyendo la
insuficiencia cardíaca, la fibrilación auricular, la enfermedad coronaria, el
accidente cerebrovascular y la enfermedad arterial periférica (43).
Pero el objetivo de este relato evolutivo no es
demostrar la existencia de la relación entre la patología de estos tres sistemas,
sino mostrar cómo se ha ido desarrollando el concepto de factor y de marcador
de riesgo a lo largo del tiempo, y en particular los efectos sobre el riñón,
desde etapa muy tempranas (incluso prenatales), que obligan a la detección
precoz de las enfermedades renales, incluso desde la etapa en que sólo se
manifiesta la hiperfiltración glomerular.
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